


2. Todo lo orado en este momento lo ofrecimos a Jesús Sacramentado en la capilla. Fue una hermosa experiencia de oración e intimidad con Aquel que sabemos que nos ama, pues desde él surge nuestro deseo de ser discípulos y misioneros.
3. Después del almuerzo vino el momento recreativo y de diversión con “Martaaaa… saca la piedra… Yo soy la resurrección!!!”.
Es necesario trabajar el sentido comunitario de la misión para ser un solo corazón y una sola alma. Y fue Claret quien iluminó este momento de reflexión con la imagen de la colmena y las abejas, pues todas ellas trabajan con un fin común y siempre en comunidad, poniendo los dones al servicio de todos.
Finalizamos en torno a la Eucaristía, allí al Señor ofrecimos y agradecimos todo lo vivido y compartido en la jornada.
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