
El celebrante tomó la lectura del oficio:
¡Ay de mi si no anunciara la Buena Nueva!
De las cartas de San Francisco Javier a San Ignacio.
“Visitamos las aldeas de los neófitos, que pocos años antes habían recibido la iniciación cristiana. Esta tierra no es habitada por los portugueses, ya que es sumamente estéril y pobre, y los cristianos nativos, privados de sacerdotes, lo único que saben es que son cristianos. No hay nadie que celebre para ellos una misa, nadie que les enseñe el Credo, el Padrenuestro, el Avemaría o los mandamientos de la ley de Dios..
Por eso desde que he llegado aquí, no me ha dado momento de reposo: me he dedicado a recorrer las aldeas, a bautizar a los niños que no habían recibido aun este sacramento. De este modo, purifique a un número ingente4 de niños que, como suele decirse no sabían distinguir su mano derecha de la izquierda. Lo niños no me dejan recitar el Oficio divino, ni comer ni descansar, hasta que les enseñaba alguna oración; entonces comencé a darme cuenta de que de ellos es el reino de los cielos….
…Muchos de los lugares no son cristianos, simplemente porque no hay quien los haga tales. Muchas veces me han venido ganas de recorrer las universidades de Europa, ,principalmente de París, y ponerme a gritar por doquiera, como quien ha perdido el juicio, para impulsar a los que poseen mas ciencia que caridad, con estas palabras: “Ay, cuantas almas, por vuestra desidia, quedan excluidas del cielo y se precipitan en el infierno!” (1)
¡Ojalá pusieran en este asunto el mismo interés que ponen en sus estudios! Con ello podrían dar cuenta a Dios de su ciencia y de los talentos que les han confiado...
… Muchos dejando de lado sus ambiciones y negocios humanos, se dedicarían por entero a la voluntad de Dios y al arbitrio de Dios, diciendo de corazón: Señor, aquí me tienes; ¡Que quieres que haga? Envíame donde tu quieras, aunque sea hasta la India
(1) Aqui el sacerdote nos remitió a la Evangeli Nuntiandi
"los hombres podrán salvarse por otros caminos, gracias a la misericordia de Dios, si nosotros no les anunciamos el Evangelio; pero ¿podremos nosotros salvarnos si por negligencia, por miedo, por vergüenza -lo que San Pablo llamaba avergonzarse del Evangelio- (134), o por ideas falsas omitimos anunciarlo?"
De las cartas de San Francisco Javier a San Ignacio.
“Visitamos las aldeas de los neófitos, que pocos años antes habían recibido la iniciación cristiana. Esta tierra no es habitada por los portugueses, ya que es sumamente estéril y pobre, y los cristianos nativos, privados de sacerdotes, lo único que saben es que son cristianos. No hay nadie que celebre para ellos una misa, nadie que les enseñe el Credo, el Padrenuestro, el Avemaría o los mandamientos de la ley de Dios..
Por eso desde que he llegado aquí, no me ha dado momento de reposo: me he dedicado a recorrer las aldeas, a bautizar a los niños que no habían recibido aun este sacramento. De este modo, purifique a un número ingente4 de niños que, como suele decirse no sabían distinguir su mano derecha de la izquierda. Lo niños no me dejan recitar el Oficio divino, ni comer ni descansar, hasta que les enseñaba alguna oración; entonces comencé a darme cuenta de que de ellos es el reino de los cielos….
…Muchos de los lugares no son cristianos, simplemente porque no hay quien los haga tales. Muchas veces me han venido ganas de recorrer las universidades de Europa, ,principalmente de París, y ponerme a gritar por doquiera, como quien ha perdido el juicio, para impulsar a los que poseen mas ciencia que caridad, con estas palabras: “Ay, cuantas almas, por vuestra desidia, quedan excluidas del cielo y se precipitan en el infierno!” (1)
¡Ojalá pusieran en este asunto el mismo interés que ponen en sus estudios! Con ello podrían dar cuenta a Dios de su ciencia y de los talentos que les han confiado...
… Muchos dejando de lado sus ambiciones y negocios humanos, se dedicarían por entero a la voluntad de Dios y al arbitrio de Dios, diciendo de corazón: Señor, aquí me tienes; ¡Que quieres que haga? Envíame donde tu quieras, aunque sea hasta la India
(1) Aqui el sacerdote nos remitió a la Evangeli Nuntiandi
"los hombres podrán salvarse por otros caminos, gracias a la misericordia de Dios, si nosotros no les anunciamos el Evangelio; pero ¿podremos nosotros salvarnos si por negligencia, por miedo, por vergüenza -lo que San Pablo llamaba avergonzarse del Evangelio- (134), o por ideas falsas omitimos anunciarlo?"
Martha
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