15/10/11

DESDE PINHAIS MISION CLEVELANDIA

El domingo 2 de octubre por la mañana finalizamos las dos semanas de la misión parroquial e inmediatamente comenzamos nuestra nueva misión en Clevelândia, durante diez días. Esta misión en esa zona rural, surgió a partir de la reunión de parroquias hermanas; y por el hecho de que son posiciones o sectores apostólicos llevados adelante por los claretianos. Ambas parroquias se hicieron cargo de los costos del viaje y alimentos.
Estuvimos albergados en casas de familias y comimos en el salón parroquial todos juntos, de modo que íbamos a la casa sólo de noche para bañarnos y dormir, aunque de hecho estuvimos también compartiendo lindos momentos de conversa con nuestros anfitriones.
A decir verdad fue una experiencia maravillosa y difícil de traducir en palabras. Porque cada encuentro con una persona desamparada, frágil y pobre pero agradecida y de corazón abierto; fue realmente un encuentro con Cristo mismo, que nos sirvió de acicate para renovar nuestro compromiso misionero.
Y, me arriesgo a hablar en plural, por lo que hube compartido con nuestros misioneros, de parroquia Ntra Sra da Luz. En total fuimos once para trabajar a tiempo completo.
Realmente fue un kairós, un tiempo de gracia que el Señor nos regaló; y que nos impulsa a continuar la tarea evangelizadora de nuestra Iglesia. Se percibe de lejos los rostros sonrientes, sonrosados y consistentes (rechonchitos) de los misioneros de Pinhais.
Simplemente cuento una anécdota de tantas que tuvimos. En una de las casas donde golpeamos las palmas no atendía nadie, y de hecho no había nadie porque cuando ya nos íbamos para la casa siguiente; venía corriendo-corriendo a más no poder, la dueña de la casa. Ella vive con su compañero y parece ser de la tercera edad, pero nos aceptó la propuesta de recibir el sacramento del matrimonio; la única dificultad que tenía era la de que su pareja aceptase… al día siguiente ya estaban los dos, ella y él en la capilla para participar de la novena a nuestra Sra Aparecida. Ambos con una alegría contagiosa.
Y así fue esparciéndose la alegría del Evangelio entre las personas al punto de que cada día, la capilla estaba más llena. Inclusive participaron de la misa nuestros “hermanos separados” (evangélicos y protestantes).
Esta misión coincidió con la novena de nuestra Sra. Aparecida y estuvo “abençoada” (como se dice aquí) por ella, nuestra Madre Celestial.



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