PALABRAS DE MÓNICA BAIGORRIA |
Queridas hermanas:
Sabemos por experiencia que todo Capitulo es un tiempo de gracia que se concreta a través de los dones personales de cada una de nosotras puestos al servicio. Al descubrir esos dones, el Señor ya nos está iluminando con su Espíritu porque lo experimentamos como unión y lazos de “comunión” que se manifiestan en vivencias de fraternidad, sinceridad y felicidad. Y la clave de la felicidad radica en amarnos en nuestras propias limitaciones y amar a mis hermanas con sus límites.
Sabemos que no resulta fácil ni sencillo en la práctica pero como bien expresaban en la introducción del documento pre-capitular “estamos embarcadas en un itinerario que implica un recorrido, un proceso de transformación y conversión, un cambio desde un punto determinado que implica un éxodo….” Y ahora, hermanas, comienza nuestro éxodo, dejando atrás las situaciones anteriores, despojándonos de todo aquello que dificulta mi propio camino y el camino de mis hermanas.
En el evangelio de Lucas 10, 17 ss… Jesús da gracias al Padre: “ Jesús movido por el Espíritu Santo, se estremeció de alegría y dijo: Padre, Señor del cielo y de la tierra, yo te bendigo, porque has ocultado estas cosas a los sabios e inteligentes y se las has mostrado a los pequeños “felices los ojos que ven lo que ustedes ven, yo les aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron”
Nosotras, movidas por el Espíritu Santo en este tiempo capitular, debemos estremecernos de alegría porque El nos miro, estuvo presente de muchas maneras; no desaprovechemos este tiempo de gracia vivido. Que al desembarcar a nuestra realidad comunitaria y apostólica lo primero que descubran nuestros hermanos sea una mirada como la del Maestro, que se conmovió movido por la compasión.
Damos gracias al Señor, por la presencia de Soledad, por su vida, por su misión, por su testimonio y experiencia de Dios, por su sabiduría trasmitida con palabras sencillas y profundas que iluminaron todo este itinerario capitular, deseando para nuestra provincia: conversión-éxodo, avivando nuestra fe y nuestra confianza en Aquel de quien nos hemos fiado. Gracias Soledad, porque tu vida, tus palabras, tu cercanía, tu cariño, tu amor a la congregación nos invitan a escuchar a María que nos dice: ¡Confiad! ¡Haced lo que El os diga! ¡Iluminad con las obras, más que con las palabras!
COLABORACIÓN EN SECRETARIA |
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