SOLEMNIDAD DEL CUERPO Y SANGRE DE JESÚS.
La Mesa de la inclusión
Reflexiones sobre el evangelio de Juan
6,51-58

¡Esto, si viviéramos con unos valores diferentes
a los del afán de lucro, seguramente no pasaría!
Pero, ¿qué tiene que ver ese panorama de
la pobreza con la fies
ta del Cuerpo y la Sangre de Cristo? A simple vista alguien diría que nada, que son fijaciones y neurosis de los curas que se dedican a eso de “la justicia”, sin embargo, tiene mucho que ver con el evangelio y con la apuesta de Jesús por los últimos.
El Cuerpo y la Sangre de Jesús, que se
entrega a la comunidad, es un signo que nos remite a la esencia misma del modo
de proceder del Señor. Una de las tareas fundamentales de Jesús -y esto es
claro al seguir los evangelios-, fue la de conformar una comunidad de amigos y
discípulos que fuera capaz de salir de sí misma dándose a los demás. Ese
movimiento de salir y darse lo podemos llamar comunión. La Eucaristía es hacer
memoria, es revivir la entrega de un Dios que, en Jesús, sale de sí mismo para darse
a los demás y que nos invita a hacer lo mismo en su recuerdo. Si vivimos la Eucaristía
con profundo sentido evangélico, cada vez que nos encontramos para hacer comunión
celebramos…
La
mesa de la inclusión… en esta
comida todos cabemos, nadie queda fuera del pan partido y compartido. No hay
puertas cerradas para que los diferentes nos reunamos en torno a la mesa que
nos hace uno, no hay ni razas, ni lenguas, ni fronteras en la Mesa del Señor y,
sobre todo, hay un lugar para todos aquellos que una sistema económico injusto
ha dejado fuera generando la radiografía social que el mensaje de los Obispos
para hoy define así:
· Tras más de seis años de crisis, las
personas que no padecen ningún tipo de exclusión social se han convertido en
una estricta minoría.
· La fractura social entre aquellos que se
encuentran en la franja de integración y los que se encuentran en situación de
exclusión se amplía, llegando un sector de la población a una situación
insostenible.
· Entre ambos grupos, unas clases medias
que decrecen y transitan, en buena parte, hacia espacios de exclusión.
· Los datos más recientes de algunos
estudios sociales y la experiencia de nuestras Cáritas, nos hacen sentir una
gran preocupación por el aumento progresivo de la desigualdad, por la reducción
de los servicios sociales, por las dificultades para acceder a la vivienda, por
la bajada en el nivel medio de la renta, por el índice creciente de la pobreza
infantil.
La
mesa de la solidaridad y del compromiso… nadie puede sentirse satisfecho al saciar su hambre sabiendo que
quien tiene a su lado no tiene nada para comer. En la mesa del Señor se invita
a compartir con gestos sencillos lo que somos y tenemos. El mismo documento nos
dice que seremos semillas de esperanza…

· Cuando reconocemos la función social de
la propiedad, el destino universal de los bienes y defendemos los derechos de
los más pobres aún a costa de renunciar los más favorecidos a algunos de sus
derechos.
· Cuando creamos una nueva mentalidad que
nos lleva a pensar en términos de comunidad y a dar prioridad a la vida de
todos sobre la apropiación indebida de los bienes por parte de algunos.
· Cuando contribuimos a una economía al
servicio del ser humano, no del dinero y el mercado, y rechazamos y denunciamos
la economía de la exclusión y del descarte que mata.
· Cuando apostamos por los más débiles,
promovemos el desarrollo integral de los pobres y cooperamos para resolver las
causas estructurales de la pobreza.
Celebrar así la Mesa del Señor es
anunciar que puede haber un futuro mejor construido sobre la solidaridad y el
compartir. ¿Cuánto podrían bajar las cifras de la pobreza que nos va dejando la
crisis si acogemos en serio la llamada que el Señor nos ha hecho el día de hoy?
Javier Castillo, sj
Director del Centro Loyola de Pamplona
No hay comentarios:
Publicar un comentario