22/6/14

ECOS DE LA PALABRA



SOLEMNIDAD DEL CUERPO Y SANGRE DE JESÚS.

La Mesa de la inclusión
Reflexiones sobre el evangelio de Juan 6,51-58

Cuando se admitió la crisis en el 2008 nadie se imaginaba que se fuese a prolongar por tanto tiempo y que sus efectos tuviesen el alcance que han tenido en tantos países. Cada día que pasa, la crisis expande con virulencia su sombra de exclusión sobre cientos de hogares que son privados de los mínimos éticos necesarios para vivir con dignidad: falta de acceso a la salud, a la educación, a las ayudas a la dependencia, a la vivienda, etc. Y esta sombra es mundial… ¡Esto no puede estar pasando! ¡Esto no debería seguir pasando!
¡Esto, si viviéramos con unos valores diferentes a los del afán de lucro, seguramente no pasaría!
Pero, ¿qué tiene que ver ese panorama de la pobreza con la fies

ta del Cuerpo y la Sangre de Cristo? A simple vista alguien diría que nada, que son fijaciones y neurosis de los curas que se dedican a eso de “la justicia”, sin embargo, tiene mucho que ver con el evangelio y con la apuesta de Jesús por los últimos.
El Cuerpo y la Sangre de Jesús, que se entrega a la comunidad, es un signo que nos remite a la esencia misma del modo de proceder del Señor. Una de las tareas fundamentales de Jesús -y esto es claro al seguir los evangelios-, fue la de conformar una comunidad de amigos y discípulos que fuera capaz de salir de sí misma dándose a los demás. Ese movimiento de salir y darse lo podemos llamar comunión. La Eucaristía es hacer memoria, es revivir la entrega de un Dios que, en Jesús, sale de sí mismo para darse a los demás y que nos invita a hacer lo mismo en su recuerdo. Si vivimos la Eucaristía con profundo sentido evangélico, cada vez que nos encontramos para hacer comunión celebramos…

La mesa de la inclusión… en esta comida todos cabemos, nadie queda fuera del pan partido y compartido. No hay puertas cerradas para que los diferentes nos reunamos en torno a la mesa que nos hace uno, no hay ni razas, ni lenguas, ni fronteras en la Mesa del Señor y, sobre todo, hay un lugar para todos aquellos que una sistema económico injusto ha dejado fuera generando la radiografía social que el mensaje de los Obispos para hoy define así:
· Tras más de seis años de crisis, las personas que no padecen ningún tipo de exclusión social se han convertido en una estricta minoría.
· La fractura social entre aquellos que se encuentran en la franja de integración y los que se encuentran en situación de exclusión se amplía, llegando un sector de la población a una situación insostenible.
· Entre ambos grupos, unas clases medias que decrecen y transitan, en buena parte, hacia espacios de exclusión.
· Los datos más recientes de algunos estudios sociales y la experiencia de nuestras Cáritas, nos hacen sentir una gran preocupación por el aumento progresivo de la desigualdad, por la reducción de los servicios sociales, por las dificultades para acceder a la vivienda, por la bajada en el nivel medio de la renta, por el índice creciente de la pobreza infantil.
La mesa de la solidaridad y del compromiso… nadie puede sentirse satisfecho al saciar su hambre sabiendo que quien tiene a su lado no tiene nada para comer. En la mesa del Señor se invita a compartir con gestos sencillos lo que somos y tenemos. El mismo documento nos dice que seremos semillas de esperanza…
· Cuando respondemos con gestos sencillos y cotidianos de solidaridad ante las necesidades de los hermanos y cambiamos nuestros hábitos alimentarios evitando el desperdicio de alimentos.
· Cuando reconocemos la función social de la propiedad, el destino universal de los bienes y defendemos los derechos de los más pobres aún a costa de renunciar los más favorecidos a algunos de sus derechos.
· Cuando creamos una nueva mentalidad que nos lleva a pensar en términos de comunidad y a dar prioridad a la vida de todos sobre la apropiación indebida de los bienes por parte de algunos.
· Cuando contribuimos a una economía al servicio del ser humano, no del dinero y el mercado, y rechazamos y denunciamos la economía de la exclusión y del descarte que mata.
· Cuando apostamos por los más débiles, promovemos el desarrollo integral de los pobres y cooperamos para resolver las causas estructurales de la pobreza.
Celebrar así la Mesa del Señor es anunciar que puede haber un futuro mejor construido sobre la solidaridad y el compartir. ¿Cuánto podrían bajar las cifras de la pobreza que nos va dejando la crisis si acogemos en serio la llamada que el Señor nos ha hecho el día de hoy?

        Javier Castillo, sj
Director del Centro Loyola de Pamplona

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