2/8/14

Ecos de la Palabra

COMIDA Y EUCARISTÍA
 
“La comida” es uno de los simbolismos y componentes fundamentales de todas las culturas. A través del banquete se comunica la alegría de un nacimiento, el gozo nupcial; se refuerza la amistad, se establecen contac

El profeta (primera lectura) subraya insistentemente la gratuidad de la comida y de la bebida: “Oíd sedientos todos; acudid por agua también los que no tenéis dinero; venido, comprad trigo; comed sin pagar, vino y leche de balde. ¿Por qué gastáis dinero en lo que no alimenta?”. El agua hace referencia a la vida, a la libertad, al Espíritu, al templo de Jerusalén, fuente de agua viva. El vino y la leche son dos signos de la fertilidad de la tierra de la promesa y de la bendición del Señor. El trigo y el pan es el sustento básico e indispensable para poder subsistir, mientras que los manjares suculentos evocan el banquete mesiánico. El simbolismo de la comida alcanza la plenitud de su expresividad en la narración de la multiplicación de los panes. En el transfondo teológico de este acontecimiento está el maná del Éxodo y los panes de Elíseo, pero sobre todo la institución de la Eucaristía.

En el relato evangélico de Mateo, la mesa del desierto es un anticipo de la cena eucarística, y los gestos de Jesús en la multiplicación son una secuencia de los propios de la cena pascual: levantar los ojos al cielo, pronunciar la bendición, partir y repartir el pan”.

Es incompleto el servicio sacramental de la Iglesia si no va acompañado del servicio de la caridad. No podemos partir el pan en la Eucaristía si no nos comprometemos a repartirlo fuera de ella y no nos podemos quedar en repartir el pan para el cuerpo, si no cultivamos y anunciamos también el deseo del pan del espíritu, la Palabra de Dios.

                                                                                                                                   Andrés Pardo


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