El Padre Hurtado sufre un infarto pulmonar en 1952. En el Hospital Clínico de la Universidad Católica le diagnostican un cáncer al páncreas, recibe la visita de sus amigos y personas de todos los medios sociales.
“¡Cómo no voy a estar contento! ¡Cómo no estar agradecido con Dios! En lugar de una muerte violenta me manda una larga enfermedad para que pueda prepararme; no me da dolores; me da el gusto de ver a tantos amigos, de verlos a todos. Verdaderamente, Dios ha sido para mí un Padre cariñoso, el mejor de los padres”.
El 18 de agosto de 1952, el Padre Hurtado muere santamente, rodeado de sus hermanos de comunidad
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